Érase una vez, en un lejano reino de Oriente, que se encontraban dos amigos cuya curiosidad y deseo de saber acerca del Bien y del Mal los hizo un día dirigirse a la cabaña del sabio Lang con ánimo de interrogarle.
Una vez en su interior, y junto con otras gentes allí reunidas, preguntaron al sabio:
– Dinos, anciano, ¿qué diferencia existe entre el Infierno y el Cielo?
El sabio contestó:
– Veo una montaña de arroz recién cocinado, humeante y sabroso. A su alrededor hay muchos hombres y mujeres famélicos y hambrientos, víctimas de expectativas y frustración. Sus palillos son más largos que sus brazos y por ello, cuando prenden el arroz, no pueden hacerlo llegar a sus bocas ansiosas.
Un rumor irrumpió entre los allí reunidos…
Más tarde, el sabio prosiguió y dijo:
– Veo también otra montaña de arroz recién cocinado, humeante y sabroso. A su alrededor hay muchos seres humanos alegres y sanos que sonríen con satisfacción y benevolencia. Sus palillos son también más largos que sus brazos.
Sin embargo, han decidido darse la comida los unos a los otros.
Extraído del libro: Cuentos para aprender a Aprender. José María Doria