Nacemos perfectos pero el entorno nos va condicionando y convenciendo de que no estamos bien, que no somos suficientes, así se mina nuestra autoestima y se sustituye por una imagen, una mascara para poder «encajar» en nuestra sociedad. El Ego, una imagen pesadísima de sostener y que nos va asfixiando hasta hacernos sentir nuestro peor enemigo.