El Académico

En una lejana comarca, donde confluyen los mares del Este con los del Oeste, se hallaba un laborioso maestro que, a los cuarenta y cuatro años de edad, había decidido orientar su vida a la investigación del mundo sobrenatural.

Yasavi, que es así como se llamaba, había sufrido recientemente la muerte de su esposa, y comoquiera que no tenía hijos y disponía de una generosa renta, podía dedicar la mayor parte del día al estudio de las palabras sagradas. Un día, leyendo las antiguas escrituras, descubrió asombrado que cuando dichas palabras eran correctamente pronunciadas, otorgaban, entre otras capacidades, el poder de “caminar sobre las aguas”.

Tras este descubrimiento se propuso meditar sobre el tema, para lo cual se dirigía cada mañana a las orillas de un lago y allí, de pronto, una mañana oyó la voz de un joven monje que recitaba la “Palabra de Poder” que, casualmente, él tanto había investigado; prestó atención y , efectivamente, comprobó que alguien, desde un islote cercano, repetía:

– ¡Matzaprem!, ¡Matzaprem!

– ¡Vaya!- pensó-, otro aprendiz que no pronuncia correctamente el sonido primordial, y el caso es que pone empeño. En realidad, en vez de pronunciar “Matzaprem”, las enseñanzas tradicionales dicen que se debe pronunciar “Mahatzaprem”, pues en caso contrario no deben operar sus efectos mágicos.

Al poco, Yasavi pensó que su responsabilidad como experto en el tema era corregir al desafortunado joven y aportarle la fórmula correcta. “Quizá- se dijo- no ha tenido la oportunidad de ser adecuadamente entrenado y el pobre hace lo que puede”.

De manera que Yasavi montó en un pequeño bote de remos y se dirigió hacia el islote de tierra, en donde se encontraba aquel ignorante.

Cuando llegó hasta él, le dijo:barca

– Amigo mío, es mi deber informarte que la palabra de poder que estás pronunciando no puede operar efecto alguno porque no se te ha enseñado a pronunciarla con corrección. Como sabes, el Cielo tanto premia al que enseña como al que aprende, así que te comunico que la forma correcta de pronunciar la Palabra de Poder es “Mahatzaprem”, y no “Matzaprem” como vienes diciendo.

El joven escuchó muy atento y dio las gracias con respeto. Al poco, Yasavi se despidió y, tomando el bote, se dirigió nuevamente hacia su lugar en la otra orilla, satisfecho de la aportación que había realizado. Y conforme remaba y se alejaba del islote, pensó: “Un día mi labor se verá premiada, ya que después de todo, cuando un hombre repite la sagrada fórmula de manera correcta puede ser capaz de caminar sobre las aguas. Bueno…, y aunque todavía no oigo ningún sonido, espero que la lección haya sido bien acogida”.

De repente, Yasavi escuchó contrariado un “Matzaprem” de nuevo incorrecto y antes de que pudiese expresar su reprobación, observó un insólito espectáculo. El joven se aproximaba hacia la barca, pero lo hacía ¡caminando sobre las aguas!

Yasavi, atónito, dejó de remar y esperó a que aquel estudiante se acercase. Cuando éste llegó, dijo a Yasavi, que lo miraba boquiabierto:

– Perdona, hermano, siento molestarte, pero no tuve más remedio que venir aquí para preguntarte sobre la manera correcta de pronunciar la palabra, pues me resulta difícil recordarla.

Cuentos para aprender a aprender

José María Doria

La importancia de las palabras y los pensamientos

Las palabras son el reflejo hacia el exterior de nuestros pensamientos; nuestros pensamientos están directamente relacionados con nuestras emociones, y nuestras emociones transforman la materia. Este experimento lo prueba sobradamente así que…cuidado con tus palabras.

El Maltrato «Sutil»

Nacemos perfectos pero el entorno nos va condicionando y convenciendo de que no estamos bien, que no somos suficientes, así se mina nuestra autoestima y se sustituye por una imagen, una mascara para poder «encajar» en nuestra sociedad. El Ego, una imagen pesadísima de sostener y que nos va asfixiando hasta hacernos sentir nuestro peor enemigo.

Soltar la Cuerda

Tshunulama era una muchacha que sentía su corazón esclavizado por una relación de amor. Y por más lágrimas que sus ojos derramaban, y por más que su mente le decía que tenía que soltar y nacer a la verdadera independencia, su corazón no sabía cómo salir del torturador apego que padecía. Noche tras noche tan sólo experimentaba un recuerdo obsesivo de aquel ser ante el que se sentía ignorada y humillada.Mujer triste

Tshunulama estaba confusa y frustrada, cada vez comía menos y no mostraba verdadero interés por nada. Así pasaban las horas y los días, atrapada en temores e imágenes pasadas, mientras contemplaba el cielo del atardecer deseando que su vida terminara. Tshunulama sentía que se había convertido en una esclava del recuerdo, agarrada a una cuerda de su memoria que no podía soltar su mano aferrada. Soltar…, tan sólo de pensarlo un miedo aterrador la invadía…

Un día, aparentemente como otro cualquiera, soño que saliendo de su corazón aparecía ante su vista la imagen de un anciano de ojos profundos y de mirada familiar y sabia. Aquel anciano, dirigiéndose a ella pleno de ternura, le dijo:

– Basta, no temas; suelta la cuerda que ata tu vida y esclaviza tu alma.

– No puedo, es que no puedo- respondió Tshunulama- me da miedo, caería; siento que me moriría…, es superior a mí…

– No es así- contestó él-. Desde que tu corazón se siente esclavo has dejado de vivir tu propia vida. Tú eres capaz de soltar, Tshunulama. Cuando así lo hagas, tú sabes, en lo más profundo de ti, que sentirás un goza muy intenso y la paz que mereces. Anda, comienza por soltar un dedo.

– No puedo- replicaba ella-. No obstante ¿podré hacerlo?, ¿será seguro?¿tengo el coraje suficiente?- se preguntaba en pleno conflicto. De pronto, aprovechando una brisa de esperanza, soltó un dedo y aceptó el riesgo…Al momento, se sintió aliviada al ver que no caía, ni nada terrible sucedía, sino que por el contrario, una sensación de libertad y paz acariciaban su alma…

«Pero ¿sería posible mantener aquella paz y felicidad?», se preguntaba comenzando a sentir las sombras de las emociones y ataduras viejas…

– Confía en mi- le dijo el anciano-, respira hondo y mira en tu interior…

Tshunulama, siguiendo sus indicaciones sintió que podía ver con claridad sus miedos y con una serenidad inusitada contempló las partes más ruidosas de su mente proclamando que soltar la cuerda sería una locura…, voces asustadas que le advertían que el hecho de soltar iba en contra de todo lo que había hasta entonces deseado e incluso aprendido…Sentía que si soltaba lo que en realidad le esperaba era un oscuro abismo de desamor y soledad.

-¿Deseo realmente la libertad y la autonomía como para arriesgar lo que tanto aprecio? -decía-. ¿Cómo puedo estar segura de que no caeré?

Tshunulama, respirando profundamente, comenzó a explorar sus miedos y sus deseos. ¿Qué era realmente lo que quería de la vida?,¿cuáles eran sus verdaderos propósitos?, ¿para qué había nacido? Sin darse casi cuenta su mente se ensanchaba…

Poco a poco comenzó a sentir sus dedos más sueltos y conforme permitía que algo muy profundo aflojara su mano aferrada, también una corriente de paz y renacimiento brotaba en su alma…

Ya tan solo quedaba un dedo asido fuertemente a la cuerda que la esclavizaba. Una parte de ella le decía que ya debía haberse caído a ese abismo que tanto temía; sabía que soltar ese último dedo era algo que dependía exclusivamente de ella e intuía que sus miedos eran tan sólo fantasmas de su mente, recuerdos de viejas pérdidas, memorias de antiguas heridas que se agolpaban y confundían su cabeza.

Soltar Confiando en su intuición, aflojó el último dedo y, de pronto observó que nada sucedía y comprobó que permanecía exactamente donde estaba. Y entonces se dio cuenta, atónita, que había estado todo el tiempo en el suelo. Todos sus miedos tan sólo habían sido vividos en su mente. Podía salir, abrir puertas y ventanas, sentir el horizonte y respirar la fuerza de la vida que en su interior ya circulaba. Todo el Universo renacía en el rostro sonriente de una nueva Tshunulama.

Su corazón era libre y ya podía aprender a sentir qué era el verdadero amor y libertad que intuía su alma.

Cuentos para aprender a aprender

José María Doria

Pilar Sordo ¡Viva la diferencia!…y el complemento

Extraordinaria Charla de Pilar Sordo, psicóloga chilena, donde pone de manifiesto las diferencias encontradas durante su investigación entre hombres y mujeres, las cuales aceptadas y bien entendidas, más que separarnos nos complementan. En un tono distendido y muy ameno, la escucha de sus palabras puede ayudarnos a comprendernos mejor el comportamiento, forma de pensamiento y mecanismo emocionales típicos de ambos géneros.